¿Vuelve el oro como activo refugio?
En los últimos meses no hemos dejado de leer que el oro ha perdido su brillo, que ha perdido su valor como activo refugio. Aunque estos titulares estuvieran en todas partes, la caída de 2013 no pudo demostrar que fueran ciertos. Porque los precios del oro cayeron a medida que las bolsas mundiales y otros activos "de riesgo" subieron, poniendo de manifiesto que los activos refugio eran menos urgentes... pero no deshaciendo la tendencia "anti-crisis" de los precios del oro.
En el recién estrenado 2014, el oro ha subido alrededor de un 4% en enero contra el dólar y ha obtenido ganancias de más del 6% contra el euro. La revalorización ha sido mucho mayor contra divisas de mercados emergentes como la lira turca.
De manera opuesta, las bolsas mundiales han caído. Así que nos encontramos con activos "de riesgo" liderados por bonos de países emergentes y divisas.
¿Sombras de 1997? Eso dice la prensa financiera, intentando establecer una comparación. Es cierto que los mercados emergentes (en especial en Asia) son responsables de gran parte de la demanda de oro mundial, algo que también ocurría durante la crisis asiática de hace 16 años. Por aquel entonces, cuando una subida de las rentabilidades en las inversiones en dólares succionaba todo el capital extranjero fuera de Asia, primero impactaba negativamente sobre sus bolsas y divisas y, luego, sobre su crecimiento económico.
Pero aun así el oro no subió, sino que perdió un 20% a lo largo del año. Porque con el interés del inversor occidental ausente (igual de ausente que en los más de diez años anteriores), lo único que toda esa demanda asiática podía hacer era dar soporte a los precios. Y esos soportes se debilitaron cuando las economías asiáticas se hundieron. La bolsa estadounidense, en contraste, subió un 22% como si no le importara nada.
Hoy nos encontramos con dos grandes diferencias. En primer lugar, el interés del inversor occidental ha comenzado a alejarse hace bien poco del oro. Así que la compra de oro sigue estando en un plano importante para los gestores de capital ansiosos. En segundo lugar, la Asia emergente está mucho más ligada a las economías ricas del resto del mundo, por lo que lo que ocurra no afectará a las economías occidentales de la manera que lo hacia antes. Ya no son dos bloques separados, sino parte del mismo sistema a un nivel estructural más profundo.
Como decimos, son las compras de los grandes inversores las que mueven los precios del oro. Las demanda de joyería o de monedas de oro no cuenta, aunque sea gigantesca. La gente que compra oro porque es oro no mueve la balanza. Lo que importa es la nueva demanda (o venta) de la gente que lo compra (o lo vende) porque no es otro activo.
Así que centrándonos en el dinero que importa, los fondos de cobertura occidentales están, a día de hoy, posicionados hacia un oro lateral o de precios inferiores. Las llamadas posiciones largas netas en el mercado de futuros empezaron 2014 un 30% por debajo de su tamaño a comienzo del pasado año. Si los precios fueron empujados al alza a medida que el dinero de los gestores de capital se amontonaba sobre el oro en el mercado alcista en 2011, ahora este cambio de opinión es lo que está inclinando la balanza de precios hacia el otro lado.
Yendo más allá, los inversores asiáticos más ricos son ahora mucho más ricos que en 1997. También son más numerosos, casi igualando los 3,7 millones de millonarios en Estados Unidos al término de 2012. Asia también es la región en la que crecieron de manera más rápida los nuevos "billonarios" en 2013. Y todos ellos tienen mucho más que perder si otros activos "de riesgo" caen con fuerza.
Así que en lugar de hacer que los precios del oro tropiecen, la crisis de Asia podría encender un rally sorpresa para el metal amarillo. El contagio de esta crisis hacia otros activos occidentales añadiría más leña. Porque el oro no ha dejado nunca de ser el activo refugio por excelencia para el dinero que huye de problemas. Es así de simple. En 2013 los problemas terminaron... o , ¿acaso solo se tomaron una pausa?
*Artículo traducido y editado por María Vengut