Lo que la ratio oro/plata dice sobre la deflación
Algo raro está ocurriendo con la ratio oro/plata. Este coeficiente mide la fuerza relativa del oro contra la plata. Simplemente divide el precio del oro por el de la plata y establece cuántas onzas de plata se podrían cambiar por una onza de oro.
Esta ratio es útil porque los precios del oro y la plata van habitualmente en la misma dirección (un 73% de las veces desde 1968 en base diaria. El oro y la plata han divergido siete días consecutivos solo una vez en ese tiempo). Pero el tamaño de sus movimientos varía enormemente, tal y como muestra la ratio.
La ratio oro/plata ha estado subiendo con fuerza en las últimas tres semanas, volviendo hacia los máximos de seis meses alcanzados en enero. Algo que no cuadra demasiado con la actual tendencia al alza del precio del oro. De hecho, algunos analistas técnicos dirían que se trata de una "no confirmación" de esta tendencia.
¿Por qué? Porque los precios del oro y la plata están normalmente unidos por la cintura y actualmente la plata está encontrando dificultades para subir de manera marcada a medida que el oro salta muchas de las llamadas "resistencias" por analistas.
Todo en orden. De momento. El siglo XXI ha presenciado cómo una onza de oro igualaba entre 50 y 70 onzas de plata. Los extremos de la ratio oro/plata en ambos lados han sido revertidos de manera rápida. El máximo de dos meses de esta semana de 65 no debería preocupar a nadie excepto a los fondos de cobertura posicionándose cortos en oro y comprando futuros de plata u opciones a crédito.
Pero fijémonos en lo que la ratio sugiere sobre el entorno macro en general. Porque la ratio tiende a caer (es decir, que la plata gana valor relativo), cuando la inflación monetaria dispara el factor que hace sentir bien al mundo desarrollado, de forma más concreta, a Estados Unidos.
Pongamos como ejemplo a la Reserva Federal bajo la presidencia de Alan Greenspan. Su campaña de "reflación" a medida que la primera burbuja tecnológica colapsaba comiéndose la inflación a crédito del margen de los brokers, vio cómo la Fed recortó las tipos a un mínimo histórico en 2003 del 1,0%. Eso desató una burbuja inmobiliaria que coincidió con un surgimiento de las bolsas estadounidenses y globales y prolongó una caída de la ratio oro/plata.
Esa caída fue revertida con todo lo demás (excepto el precio del oro) en medio del shock deflacionario del colapso de Lehman's en septiembre de 2008. La plata luego ganó valor, relativo al oro, tras el mundo post-Lehman's de tipos de interés cero e impresión de dinero en modo QE.
Pero desde el mínimo en treinta años alcanzado el 28 de abril de 2011, cuando una onza de oro equivalía a menos de 32 onzas de plata, la ratio oro/plata ha subido. También lo ha hecho el tipo de interés real de los bonos estadounidenses. A pesar de la promesa de "hacer lo que haga falta" para salvar al euro y la amenaza de una deflación al estilo japonés en la Eurozona. Y también el pasado año comenzaron los recortes de la Fed estadounidense, aplicando el tapering al programa de QE en diciembre.
¿Nuestra tésis? A día de hoy es la de que la plata sube más rápido que el oro cuando el dinero es cada vez más abundante.
¿Cómo puede ser? Tanto el oro y como la plata tienen una larga historia de uso monetario. Más de 5000 años, de hecho. Pero es justo decir que la plata perdió este uso antes de la Primera Guerra Mundual e, de manera inequívoca, desde que China abandonó su patrón plata antes de la Segunda Guerra Mundial. El oro fue liberado del sistema monetario en 1971 y ya había estado aparcado en las bóvedas de los bancos centrales desde los años '30, algo que parecía inútil. Pero esas reservas de los bancos centrales siguen con nosotros hoy, tras haber sufrido reorganizaciones entre oeste y este, demonstrando el atractivo a largo plazo del oro. El oro también ha retenido su función como "refugio de valor" para inversores privados. Por el contrario, la plata se polarizó entre su uso industrial y la especulación financiera.
El oro no necesita la inflación monetaria para subir de precio. Sin ir más lejos, el dólar y el oro han subido juntos en lo que llevamos de marzo. El yen japonés también está subiendo. Eso demuestra, una vez más, la estrechez monetaria a nivel mundial, con los inversores cerrando sus préstamos a yenes de cero coste después de vender sus activos "abiertos al riesgo" que habían comprando con ese dinero.
La plata es, en contraste, más dependiente de la inflación. Pero el oro puede atraer capital incluso cuando el miedo a la deflación crece. Y esos temores están creciendo ahora mismo, tal y como sugiere la ratio oro/plata sugiere.
Según publica Reuters. el Banco Central Europeo "está preparado para utilizar herramientas no estándar para estandarizar los precios". Ese es el código para la creación de dinero con flexibilización cuantitativa, el primer y único recurso de los responsables de política monetaria aterrados ante una espiral deflacionaria.
"El riesgo de deflación, especialmente en la Eurozona, existe", comenta el economista jefe del Fondo Monetario Internacional Olivier Blanchard, en una entrevista del diario Handelsblatt. Deflación significa una caída de precios, típicamente tras una burbuja de crédito. Los consumidores retrasan su gasto, perjudicando a los negocios y a la hacienda pública. Porque esperan a que los precios vuelvan a caer en el futuro pero también porque es posible que sus salarios también caigan.
Observemos Japón desde 1990 o Gracia e Irlanda desde 2009. Aparte de la amenaza de un colapso del sistema bancario, el temor de tales "décadas perdidas" es lo que llevó a la Fed y a otros bancos centrales a recortar sus tipos de interés a cero... y empezar a imprimir dinero a través de la flexibilización cuantitativa hace cinco años. Y por extensión, también fue la amenaza de deflación la que llegó a muchos gestores de fondos a comprar oro... apostando por la inflación monetaria como principal repuesta a cualquier oportunidad de la caída de precios del consumidor. Pero fue la plata la que realmente sobresalió.
Puede que la plata obtenga otro boom inflacionario en 2014 y que curiosamente se deba a la inflación.
*Artículo traducido y editado por María Vengut